Un día como hoy, el 10 de enero de 1920, se reúne por primera vez la Sociedad de Naciones o también llamada Liga de las Naciones que fuera creada por el histórico Tratado de Versalles, firmado el 28 de junio del año anterior, y que constituyó el acto jurídico que selló el fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1919). Precisamente en la fecha que estamos recordando fue ratificado este tratado que marcó el punto de quiebre con la etapa bélica anterior.
Al tiempo que por este instrumento Alemania aceptó su derrota durante la primera conflagración bélica de alcance planetario que registra la historia de las Relaciones Internacionales, se alzó la Sociedad de Naciones como el marco multilateral más importante para llevar adelante la ardua tarea del mantenimiento de la paz que había sido alterada por la guerra de 1914.
Los dos -el tratado y la liga-, estuvieron intrínsecamente unidos. Mientras el tratado, que fuera suscrito en el histórico Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, recinto mandado edificar por el rey Luis XIV -famoso por su frase absolutista “El Estado soy yo”-, dio paso a una sociedad internacional, principalmente europea, la liga tenía el reto de reconstruir la paz, pero no lo logró. Alemania, que aceptó su derrota moral por la guerra del comienzo del siglo XX, malherida luego faltó al pacta sunt servanda o cumplimiento de lo convenido, y llegado al poder Adolfo Hitler (1889-1945), fue deslegitimando progresivamente a la Sociedad de Naciones.
Para Hitler era un óbice dado que la liga había sido una propuesta del presidente estadounidense, Woodrow Wilson (1856-1924), el mayor representante del idealismo de las Relaciones Internacionales en las primeras décadas de la centuria anterior y además jefe de Estado del país llamado a convertirse en el nuevo hegemón -Inglaterra con la reina Victoria, lo había sido durante casi todo el siglo XIX- del referido sistema internacional.
El estrepitoso auge nazi que comenzó a cambiar el rostro de los europeos -los que pudieron, contando judíos, emigraron hacia América-, pero sobre todo el impacto que fue dejando a su paso la guerra civil española (1936-1939) y el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939), terminaron por liquidar a la Sociedad de Naciones que no pudo cumplir con su cometido del mantenimiento de la paz mundial.