El 2016 arrancó y por la coyuntura actual este año cobra importancia para el Perú, ya que se elegirá al nuevo presidente de la República y congresistas para los cinco años siguientes.

Es especial este año, porque los peruanos tienen la oportunidad de escoger al ciudadano que encaminará al país por el sendero del cambio, transformación y desarrollo.

Es especial porque el nuevo gobierno asumirá la responsabilidad de conducir al país entre 2016 y 2021, para preparar y recibir el bicentenario de la Independencia con un país diferente.

Es especial porque, después de la bonanza vivida por casi una década y de soportar en los últimos años el enfriamiento de la economía por la crisis mundial, se requiere de un líder que recupere los lineamientos y planes que aseguren la estabilidad y bienestar social de las mayorías.

Las pruebas de ensayo o experimentos implementados por anteriores gobiernos no son necesarios en los siguientes años, pues el país perdió demasiado tiempo en improvisadas propuestas populistas y oportunistas que antes que generar confianza en las inversiones, causaron inestabilidad y preocupación en los sectores productivos.

Cuando los más de 21 millones de peruanos acudan a las urnas el 10 de abril del año en curso, hay que pensar que se decidirá el futuro del país, puede ser para bien o para seguir en el letargo que no ayuda en nada a solucionar la infinidad de problemas existentes.

Estamos a tiempo para que el Perú, cuando llegue el bicentenario de la Independencia, tenga algo que celebrar y no solo sea una fecha conmemorativa más.

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