La rauda guerra del Cenepa de 1995 solamente pudo ser apagada por la firma de la Declaración de Paz de Itamaraty, el 17 de febrero de ese año, como hoy, hace 27 de años. Fue firmada por los vicecancilleres de Perú, Eduardo Ponce Vivanco, y de Ecuador, Marcelo Fernández de Córdoba en el celebrado y prestigioso Palacio de Itamaraty, sede de la diplomacia brasileña.

La variable diplomática era indispensable para cualquier escenario subsiguiente; además, seamos claros, las condiciones geográficas para las posiciones peruanas no eran las mejores. La negociación se volvió exquisita y fue la ventana abierta que mi maestro el embajador Gonzalo Fernández Puyó, me decía en vida que es lo que jamás podía descartarse porque es parte del alma de la acción intrínseca de la diplomacia, nunca tirando la toalla porque siempre habrá una posibilidad para la solución de los problemas.

Si los enfrentamientos se hubieran dilatado por más tiempo era casi probable que la herida abierta hubiera sido el mayor óbice para llegar al acuerdo de paz definitivo que logramos el 26 de octubre de 1998 por la firma del Acta de Brasilia por los presidentes Alberto Fujimori (Perú) y Jamil Mahuad (Ecuador). Viví ese sensible y complejo proceso con Ecuador como un privilegiado joven con aires de internacionalista en la Dirección de Planeamiento Estratégico del Ministerio de Relaciones Exteriores donde se comenzó a preparar la estrategia para abordar la paz definitiva solamente hecha realidad apenas llegado Francisco Tudela al cargo de canciller en julio de ese año.

Pero no debemos restar mérito a sus protagonistas y mirándolos desde su carácter de Estado, seguiré diciendo que así como la estrategia peruana para llevar a Chile a la Corte de La Haya fue concebida con profundidad doctrinaria por Manuel Rodríguez Cuadros y la paz con Ecuador, lo fue por la cerebral magia de Tudela con su monumental estrategia sobre los denominados impases subsistentes, la paz que detuvo la hostilidad de un conflicto militar corto pero funesto, tuvo el sello de Ponce Vivanco. 

El logro de Itamaraty fue conseguir que las tropas de ambos países fueran distendidas asegurando que no se reanuden las referidas hostilidades al crear un área desmilitarizada bajo control de la Misión de Observadores Militares Ecuador-Perú (MOMEP). Así fue.