La Covid 19 golpeó y golpea duramente a todos. Quienes aún tienen un trabajo, deben de cuidarlo al máximo y, quedarse desempleado (al menos 3.5 millones pasaron a esta condición en 5 meses y 4 días de emergencia) es entrar a un mundo oscuro y de sufrimiento diario, luchando para conseguir dinero que le permita sobrevivir, situación que empeora si se contagia.

Educación, como señaló la Organización Internacional de Trabajo (OIT), es uno de los sectores castigados en sus diferentes niveles: inicial, primaria, secundaria, superior y tecnológica.

Atrevido es precisar cifras de deserción de alumnos y Juan Ostopa, presidente de la Federación de Instituciones Privadas de Educación Superior (FIPES), señaló hace poco que el 15% de universitarios dejó sus estudios y en el segundo semestre alcanzaría 35%. Porcentajes superiores se presentarían en institutos y sumados con el de universidades, se proyecta que alrededor de 550 mil jóvenes dejarían de estudiar por respaldo económico.

Debido a la situación, el gobierno destinó 133 millones para financiar 10 mil becas y 3 mil créditos para universitarios, apoyo que resulta mínimo ante el gran número de afectados por la crisis y que demorará mucho tiempo en ser superada.

La pobreza llegó a varios hogares y costear los estudios resulta difícil, razón por la cual debería de aplicarse nuevos beneficios para los jóvenes imposibilitados de continuar con sus estudios, de lo contrario parte de ellos engrosarán la fila de desempleados.

Vital papel juega, en este tema, el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (PRONABEC) que dará estos beneficios a quienes realmente lo requieran, responsabilidad que esperemos se cumpla con la transparencia correspondiente.