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Estando a tan pocos días del inicio de la Semana Santa, una de las festividades religiosas más importantes en el Calendario Litúrgico de la Iglesia católica, traigo ante usted, amigo lector, que hace 473 años, un día como hoy, el histórico Concilio de Trento (1545-1563) -reunión en que el Papa convoca a los doctos o pensadores de la Iglesia para abordar temas sustantivos sobre la religión, sobre la doctrina u otro asunto medular de carácter teológico de la Iglesia- aprobó que el texto de la denominada Vulgata se convirtiera en adelante en la edición oficial de la Biblia, el libro sagrado del Catolicismo. Es verdad que la Vulgata ya tenía más de 1000 años de circulación como la versión definitiva del Cristianismo. La sociedad internacional, principalmente medieval, estuvo determinada por la influencia de la Iglesia que, como en ninguna otra etapa de la historia universal, alcanzó su mayor apogeo en el mundo. De hecho, sabios y pensadores como San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino se internaron en sus textos para luego contribuir en el pensamiento de la Iglesia y del mundo entero. No fue casual que el papa Paulo III decidiera su convocatoria. El auge del protestantismo europeo -Martín Lutero en Alemania, Juan Calvino en Francia y Enrique VIII en Inglaterra- alertó a la autoridad papal ante el temor de la escisión y la pérdida de fieles. La Iglesia, pegada al poder de las monarquías absolutas, buscó controlar la diáspora del protestantismo europeo, de manera que la referida oficialización de la Vulgata no fue gratuita. Diez siglos atrás en que emergió como la más importante traducción de la Biblia hebrea y griega al latín -año 382 d.C.-, por obra de Jerónimo de Estridón luego del encargo que le diera el papa Dámaso I antes de su muerte, la rica historia de la Iglesia encontró en la Vulgata el mayor instrumento para universalizar su mensaje a partir del Evangelio contenido en la Biblia. Llamada Vulgata o edición divulgada de redacción en latín corriente, la Vulgata, entonces, lo puso en marcha, pues fue concebida como la versión de la Biblia de fácil entendimiento, que hoy es leída por todos los católicos en el mundo.