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El peruano histórica y culturalmente más universal es el Inca Garcilaso de la Vega, cuyo 479 aniversario de nacimiento recordamos hoy 12 de abril. En adición, en este mes tan solo en once días más, el 23 de abril, se celebrará el Día Mundial del Idioma Español en honor al genio Miguel de Cervantes Saavedra, quien murió en esa fecha. Por algún designio, el mismo 23 de abril pero de 1616, murieron el inglés William Shakespeare y el propio Garcilaso de la Vega -a quien dedicamos esta columna- y, por si fuera poco, nació el novelista ruso Vladimir Nabokov en 1899. Garcilaso es considerado el primer mestizo biológico y espiritual de América. Marcó el punto de partida del sincretismo racial y cultural con España; y, por este país, lo fue con toda la sociedad internacional de Occidente. Nacido en el Cusco y teniendo por nombre de pila el de Gómez Suárez de Figueroa -era hijo de un español y de una ñusta peruana-, los peruanos deberíamos conocerlo en el mismo tamaño y dimensión que a Grau o a Bolognesi. Garcilaso es el recinto y la garantía de nuestra rica historia y cultura. En efecto, por su obra máxima Comentarios Reales de los Incas, publicada en Lisboa en 1609, conocimos a la sociedad incaica y hasta a otras culturas que surgieron antes de la llegada de los españoles a América. Por él y su obra es que realmente conocimos la grandeza de la sociedad precolombina. Fue el mayor cronista que produjo nuestra sociedad en gestación durante el Virreinato (fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII) y su pluma ha sido reconocida por los más laureados escritores e intelectuales, como el español Menéndez Pelayo o el peruano Luis Alberto Sánchez. Al relievar esta efeméride, me he detenido deliberadamente en revisar la currícula escolar y la mención al Inca Garcilaso es genérica, limitándose a sus datos biográficos, también genéricos, y a algunas características de su obra. Así, jamás vamos a valorar como corresponde su enorme legado para el alma y la conciencia colectiva de todos los peruanos.