La llegada del hombre a la Luna, que hoy recordamos en su 50° aniversario, fue el hito de la Edad Contemporánea más esperado por la humanidad. Los más ansiosos por ver consumada esa realidad fueron los estadounidenses, quienes venían competiendo con los soviéticos por la supremacía mundial en plena Guerra Fría o mundo bipolar (1945-1989). Los rusos les llevaban ventaja, pues en 1957 se distanciaron de los gringos cuando lograron salir de la órbita terrestre con Yuri Gagarin, el primer cosmonauta en la historia de la humanidad que dio la vuelta a la Tierra en 1961 a bordo del Vostok 1. En ese instante, al otro lado del mundo, en la Casa Blanca y en la NASA, los norteamericanos se volvían locos al mirar atónitos la hazaña soviética que los empoderaba internacionalmente. Desde ese momento, los Estados Unidos de América invirtieron todas sus energías para llegar a la Luna, y lo lograron el 20 de julio de 1969. Alcanzar la hazaña que Neil Armstrong resumió en su célebre frase al pisar el suelo lunar: “Es un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad”. El histórico acontecimiento fue transmitido para el mundo entero y los tres astronautas -los otros dos fueron Edwin Aldrin, que también caminó sobre la superficie lunar, y Michael Collins, piloto del Apolo 11, que se hallaba en la nave controlando los movimientos de sus compañeros- volvieron a la Tierra convertidos en héroes. La clase política de los Estados Unidos, con el presidente Richard Nixon a la cabeza, que iniciaba su primer mandato, maximizó el notable hecho y lo que siguió, de un lado, para la gran nación americana, fue el afianzamiento de su poder planetario, y de otro, para la Unión Soviética, el camino de su inexorable decadencia, y precipitada luego en los años 80. La llegada del hombre a la Luna ha servido de plataforma para que los estadounidenses reaviven a los cuatro vientos el orgullo americano. Después, durante los años 70, hubo otras misiones a la Luna, pero Washington ya estaba dedicado a preparar la etapa de los transbordadores espaciales en la década de los años 80: Columbia (1981), Discovery (1984) y el Challenger (1986), con trágico final al estallar a poco de partir hacia el espacio. Por la hazaña de 1969 EE.UU. terminó convertido en el mayor hegemón del mundo.
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