Hoy es un día crucial para el destino de Venezuela. Luego de que la opositora Mesa de la Unidad Democrática eligiera el último domingo como nuevo presidente de la Asamblea Nacional (AN) a Henry Ramos Allup, actual secretario general del histórico partido Acción Democrática (AD), venciendo al archivoceado, el diputado reelecto Julio Borges de las canteras de Primero Justicia, el partido de Henrique Capriles, por 62 votos contra 49 de su rival, es probable que Nicolás Maduro, que ha querido evitar hasta el final que la nueva Asamblea llegue a este histórico 5 de enero (5E) en que quedará formal y plenamente instalada su función conforme el mandato democrático del pasado 6 de diciembre, esté tramando nuevas sorpresas. Sus manotazos de ahogado marcarán el contexto político venezolano haciéndolo más convulso. La AN, entonces, no deberá dejarse intimidar y sin pérdida de tiempo tiene el imperio de votar la ley más trascendente y esperada: la de amnistía para todos los presos políticos encarcelados. Hacerlo será fundamental para afirmar su poder frente al chavismo. Es probable que Maduro entre en pánico y su crisis la veamos con más amenazas y hasta medidas de fuerza propias de una dictadura como es la que se impone en Venezuela. No quisiera incitar a nada, pero me queda claro que frente a este sombrío escenario a la gente no le quedará otro camino que protestar y eso significa que deberán salir a las calles para hacer prevalecer la democracia. Junto a la población, estará la comunidad internacional que atenta a lo que hoy pase en Venezuela no va a permitir que un Maduro intolerante se imponga a la sagrada voluntad del pueblo.