Cada año, el 8 de marzo marca una ocasión especial para celebrar los logros, la fortaleza y el papel fundamental de las mujeres en nuestra sociedad. Sin embargo, mientras nos preparamos para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, es crucial reconocer que la verdadera igualdad de género sigue siendo un objetivo elusivo en muchos aspectos de la vida cotidiana.

Las actividades, homenajes y reconocimientos que se llevan a cabo en este día pueden ser comparados con fuegos artificiales: deslumbrantes y emocionantes en el momento, pero efímeros y rápidamente olvidados una vez que se desvanecen. Lo que permanece a la vista es la cruda realidad de la desigualdad, la violencia, los feminicidios y la discriminación sistemática contra las mujeres.

El verdadero reconocimiento y valoración de la mujer no debe limitarse a un día al año. Debe ser un compromiso constante y tangible que impregne todas las facetas de nuestra sociedad. Es hora de pasar de las palabras a la acción, respaldando a las mujeres en sus esfuerzos por sacar adelante a sus familias, comunidades y al país.

En épocas de crisis, como la actual, es impactante como las madres y mujeres líderes demuestran una fuerza, capacidad y resiliencia excepcionales al sacar adelante sus hogares y mejorar la calidad de vida de sus comunidades. Esto es encomiable, pero sería mejor si todos asumimos un compromiso genuino y sostenido para construir un mundo donde las mujeres sean verdaderamente valoradas, respetadas y empoderadas en todos los aspectos de la vida.

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