Otro lamentable episodio ha sido añadido a la ya extensa narrativa de corrupción que ensombrece la historia reciente del Perú. El caso de Alcides Villafuerte, estrecho colaborador del expresidente Martín Vizcarra, quien ha entregado medio millón de soles, presuntamente obtenidos a través de coimas y sobornos en el seno del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), no solo revela la profundidad del mal arraigado en nuestras instituciones, sino también la preocupante incapacidad para enfrentarlo con la firmeza que requiere.
El hecho de que Villafuerte haya optado por colaborar con la justicia y comprometerse a proporcionar información sobre una supuesta red criminal liderada por elVizcarra, arroja luz sobre la crisis moral que aqueja a nuestro país.
Muchos dicen que con los últimos acontecimientos se cierra el círculo sobre el expresidente o que sus días en libertad están contados Sin embargo, más allá de los destinos individuales, lo verdaderamente preocupante es la percepción generalizada de impunidad que se ha enraizado en nuestra sociedad. Hay que responder con todo el peso de la ley.
Si no somos capaces de reconocer la gravedad de la situación y de dotar a nuestros órganos de justicia de los recursos y la independencia necesarios para combatir la corrupción, corremos el riesgo de convertirnos en un país cuyo rumbo se vea determinado por los intereses delincuenciales de unos pocos, en lugar del bienestar colectivo.