El ataque cometido por delincuentes a torres de alta tensión que abastecen de energía a las operaciones de minera Poderosa, en Pataz, sierra de la región La Libertad, en pleno estado de emergencia y con mayor presencia policial reforzada con miembros del Ejército, es una muestra del grave problema que allí se vive y que debería ser abordad con prontitud y responsabilidad de parte de las autoridades.
Lamentablemente con el gobernador de La Libertad, César Acuña, no se puede contar. Por estos días anda de viaje en China, invitado por una empresa de telecomunicaciones con vínculos con su universidad. Por eso, la solución a la presencia de grupos armados vinculados a la minería ilegal, tiene que ser atacada directamente desde Lima, pues los atentados y muertes son inaceptables.
No se puede permitir la presencia de pequeños ejércitos de criminales con armas. Tenemos un gobierno, unas Fuerzas Armadas y una Policía Nacional en la obligación de actuar con total contundencia y sin temores a posteriores y eternas acciones penales promovidas por ONG que no han dicho una sola palabra por el asesinato, en diciembre último, de nueve trabajadores de una empresa minera.
Desde los años 80 el Perú vivió una pesadilla por no cortar de raíz a los terroristas cuando apenas levantaban la cabeza. Que no se repita la historia que nos costó miles de muertos, heridos y gente con secuelas que se mantienen hasta hoy. Nuestro país, no está para esas cosas.