La estrategia de Nicolás Maduro salta a la vista. Ante la mirada fiscalizadora de toda Venezuela y del mundo entero del acto de instalación de la nueva Asamblea Nacional que desde ayer está controlada por la oposición, el presidente gendarme ha adoptado la misma actitud que mostró el pasado domingo 6 de diciembre (6D) cuando a altas horas de la noche en que se esperaban los resultados de las elecciones parlamentarias, Maduro se dirigió al país para anunciar el reconocimiento de la contundente derrotada del oficialismo a manos de una oposición que jamás se amilanó ante la tiranía; sin embargo, los días inmediatamente posteriores al 6D fue otro Maduro el que salió al frente y con el conocido tono desafiante impropio de alguien que tan solo horas antes había admitido la derrota. Un mes después, y en la víspera de la instalación de la AN, Maduro volvió a salir y esta vez para anunciar que había dispuesto todo “para que la instalación se realice en paz”, lo que se dio superficialmente pues lejos de ello hemos visto cuán accidentada y sin solemnidad fue la juramentación de la nueva junta directiva que preside el opositor Henry Ramos Allup, cuya altura para presidir el hemiciclo, por cierto que fue bastante ponderada. El verdadero desenmascaramiento de la intolerancia chavista la veremos apenas la AN decida aprobar la ley de amnistía para todos los presos políticos. Deberán estar alertas pues Maduro, a quien no le debemos creer nada, se va a mostrar en los próximos días más necio y violento que nunca. Las dictaduras así nomás jamás suelen ceder y no se dan por vencidas. Eso sí, la oposición debe mostrarse más unidad que nunca para enfrentarla.