Hernando de Soto ha decidido autodenominarse mediador y conciliador entre las candidaturas antagónicas de Pedro Castillo y Keiko Fujimori. De Soto, quien obtuvo poco más de 11% de los votos válidos en la primera vuelta, ha dicho que aún no va a escoger a un candidato.

De soto habla de dialogar, de “forzar” a ambos candidatos a mejorar sus propuestas, independientemente de su color ideológico, para que estas nos lleven a la prosperidad y la paz. Estas cosas son importantes. Sin embargo, difícilmente De Soto podrá -solito y de vacaciones- lograr que los candidatos se dobleguen a su voluntad. Da la sensación de que adopta este discurso más para ensalzarse a sí mismo que para fomentar la armonización de intereses entre bandos opuestos -faena que, francamente, parece imposible a estas alturas.

Hablamos de alguien que buscaba ser presidente hace un mes. Él (y todos los excandidatos presidenciales que se han mantenido mudos) tendrían que ser precisamente quienes tomen posición ahora para ayudar a definir esta elección tan difícil e importante. Algunos han elegido quedarse completamente callados. De Soto ha apostado por intentar posicionarse por encima de los candidatos finalistas, como quien orquesta el futuro del Perú desde su escritorio.

Queda poco más de un mes para la elección. Mucho puede pasar en ese tiempo. Sin embargo, es momento de que personajes como Hernando de Soto se den cuenta de que esta elección no se trata sobre ellos. De hecho, el Perú ya ni siquiera piensa en ellos. Si De Soto verdaderamente busca contribuir a construir un Perú más libre, como lo anunció durante su candidatura, pues es momento de liderar con el ejemplo y escoger una opción -sin importar que ambas estén lejos de ser ideales.