Mañana se cumple un año del nefasto día en que por una ligera mayoría, el profesor Pedro Castillo salió elegido como presidente del Perú, tiempo suficiente como para que todos los peruanos, salvo sus incondicionales que viven de espaldas a la realidad, se den cuenta que el régimen del lápiz es un verdadero fiasco por su incapacidad y corrupción.
Las andanzas del exministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva, son apenas una muestra del nivel de podredumbre de un régimen que fue capaz, además, de nombrar a acusados de asesinato y de senderista en el gabinete ministerial con la anuencia de personajes que recién hoy que el barco se hunde, se hacen los horrorizados.
Pero más allá del olor a corrupción del régimen que se sustenta en un partido encabezado precisamente por un sentenciado por este tipo de delitos, no perdamos el ojo de la incapacidad mostrada por el gobierno para nombrar a gente proba y eficiente en el Poder Ejecutivo.
Tenemos infinidad de problemas por resolver, pero al régimen más le ha interesado en colocar a los amigos y amigotes, incluso con prontuario.
Eso es una falta de respeto a los peruanos que votaron por Castillo y compañía, creyendo que se hacían un bien a ellos y al país, y que hoy, suponemos, en una gran mayoría deben de saber que se equivocaron.