La excandidata presidencial de la izquierda, Verónika Mendoza, agravia a los peruanos al pretender ser la abanderada del rechazo generalizado al pestilente grado de corrupción que padece al país, cuando ella y sus amigos tienen mucho que explicar por ser también parte de este espiral que afecta por lo menos a tres gobiernos nacionales y a dos gestiones municipales de Lima, aparte de algunas administraciones regionales y ediles del interior del país.

Alucinante ver a Mendoza, la exsecretaria de Nadine Heredia de los tiempos de las agendas y de las visitas al millonario Hugo Chávez y “Nico” Maduro, criticando todo lo que sucede al lado de la congresista Marisa Glave, la revocada exregidora de Susana Villarán, sí, la que fue asesorada por Luis Favre con dinero que nadie explica de dónde salió, la que firmó el contrato con Odebrecht para los peajes y la que recibió la arena de la misma empresa para armar un montaje en la playa La Herradura.

Con Mendoza y sus amigas, la izquierda peruana insiste en presentarse como la reserva moral del Perú, cuando la raíz del problema de lo que vive el país y otras naciones de la región tiene como matriz el Brasil de Lula da Silva, el patriarca del Foro de Sao Paulo y también de la corrupción de Odebrecht y Petrobras, el mítico exobrero metalúrgico que llegó al poder ofreciendo igualdad y “justicia social”, pero que está a un paso de ir a la cárcel por corrupto.

Acá no se trata de que la corrupción es culpa “del sistema” o “del modelo”, pues lo único cierto es que la corrupción no tiene tinte político y que debe ser combatida venga de donde venga y sin marchitas “cívicas” ni poses, pues ya vemos que un personaje como Toledo, quien cerraba los ojos al besar solemnemente en plazas y parques la bandera del Perú en nombre de la democracia y la guerra contra los sinvergüenzas de los años 90, ha terminado en el mismo saco que ellos.

El Perú ha sufrido un golpe muy duro al tener a un segundo presidente en calidad de prófugo de la justicia por recibir una presunta coima de 20 millones de dólares, como para además de eso tener que soportar a la izquierda tratando de vernos la cara de tontos y de ganar a río revuelto con lacrimógenos anuncios de marchas contra actos de corrupción que tienen como protagonistas a sus ídolos y defendidos, que además por buen tiempo les dieron, en muchos casos, el ansiado puesto de trabajo en el Estado.

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