La congresista de Avanza País, Rosselli Amuruz, puede estar tranquila y seguir como si nada en el cargo de tercera vicepresidenta del Congreso, a pesar de haber sido, en pleno duelo por la muerte de Hernando Guerra García, parte de una fiesta con gente de dudosa reputación que acabo a balazos y con un periodista fallecido, pues entre tanto impresentable con rabo de paja que habita en el Poder Legislativo, es casi imposible que le apliquen la sanción que se merece.

Tendríamos que se muy ingenuos como para pensar que bancadas dedicadas a blindar a “mochasueldos” o a “los niños”, o que no se atreven a mover un dedo para remover a Alejandro Soto de la Presidencia del Congreso, van a actuar contra quien se empeñó en mostrarse como la tonera del Poder Legislativo. ¿Recuerdan cuando luego de su criticada fiesta covid a la congresista Amuruz no se le ocurrió nada mejor que hacer un reconocimiento a una orquesta cubana? Pues que ahora no se queje de su fama.

Pero volviendo al tema de fondo, lamentablemente estamos en el reino de la impunidad parlamentaria. En el recinto de frente a la Plaza Bolívar hacen lo que les da la gana y no pasa nada. Hace dos días, el líder de Alianza para el Progreso (APP), César Acuña, ha justificado, con risitas burlonas de por medio, que una integrante de su bancada, Edith Julón, no haya declarado que su esposo era alcalde de un distrito que benefició con su trabajo parlamentario. Normal nomás.

Para colmo, por estos días tenemos a un grupo de legisladores de paseo en Rusia con todos los gastos pagados por el país de ese paria mundial llamado Vladimir Putin, el gran carnicero de la población civil de Ucrania. Quizá también le cause risas a Acuña que uno de sus congresistas “estrella”, Eduardo Salhuana, sea parte del grupo que ha ido a hacer un papelón internacional y a dejar por lo suelos al Perú. No olvidemos a Guillermo Bermejo de rodillas ante la tumba de “papá Stalin”, quien carga con más de 15 millones de muertos.

Con esa clase de colegas, la congresista Amuruz puede quedarse tranquila como lo están los “mochasueldos” y “los niños”. Allí todos se cubren las espaldas y si es necesario hacen de campana para que nada les pase. No importa si son de izquierda o de derecha. El otoronguismo está más vivo que nunca, mientras el Perú camina sin rumbo hacia un fenómeno El Niño que podría hundir la economía y afectar a los ciudadanos, esos que irónicamente votan por estos impresentables para que los representen.