La congresista de Perú Libre, María Agüero, la defensora del “honor” de la salvaje narcoterrorista conocida con el alias de “camarada Vilma”, debe sentirse muy contenta de estar en el actual Congreso, pues está claro que nadie moverá un dedo para sancionarla en la Comisión de Ética Parlamentaria ni buscará su desafuero por haber ofendido a los peruanos con sus tristes palabras que pasarán a la historia como unas de las más bajas y vergonzantes que hayan salido de algún legislador.

Recordemos que este Congreso ha blindado a Pedro Castillo cuando las evidencias de corrupción brotaban por puertas y ventanas de Palacio de Gobierno. Si este sujeto cayó fue porque se disparó a los pies con su cantinflesco golpe de Estado. De no haber sido por este suicidio político propio de un personaje tan limitado como el profesor de Chota, hoy seguiría en el gobierno rodeado de gente tan nociva como Betssy Chávez, Aníbal Torres, Alejandro Salas y otros de triste recordación.

El actual Congreso también ha protegido a los tránsfugas de estos tiempos llamados “Los Niños”. Se vendieron por un plato de lentejas al gobierno inepto y corrupto de Pedro Castillo, pero ahí siguen en funciones y, claro, cobrando. Lo mismo ha hecho con los “mochasueldos”, en su mayoría del partido de César Acuña, que apelaron a una jugada propia de políticos mañosos en la inservible Comisión de Ética Parlamentaria para evitar la suspensión y quedarse apenas con una amonestación.

Y si vamos más atrás, jamás olvidemos que este Congreso dio en 2021 la confianza al equipo ministerial encabezado por el investigado por terrorismo Guido Bellido, que entre sus filas tenía a Iber Maraví, protagonista de varios atestados policiales de los años 80 y sindicado por cometer atentados dinamiteros en Ayacucho. Ahí ya habían sido sembrados el prófugo Juan Silva y el recluso Geiner Alvarado. En Correo lo bautizamos como el peor gabinete de la historia del Perú. Era una verdadera vergüenza.

Con esos antecedentes, María Agüero, la congresista defensora de la sanguinaria “camarada Vilma” puede estar tranquila, nada le va a pasar. Podrá seguir en su escaño cobrando -aunque se queje que no le alcanza el sueldo-, diciendo pachotadas y denigrando cada vez más al Congreso que insiste en aplicar siempre esa infame frase que dice que “otorongo no come otorongo”. Qué dirán los arequipeños que votaron por ella. Ellos deben asumir su responsabilidad por lo que han hecho.

TAGS RELACIONADOS