Así como se critica cuando es necesario, también es positivo destacar lo bueno. La semana que pasó, la Policía Nacional dio dos muestras claras de que cuando quiere hacer bien las cosas de la mano de sus buenos elementos y se aleja del accionar de los malos efectivos que son minoría, todo sale perfecto en beneficio de los ciudadanos cansados de que cada cierto tiempo el narcoterrorismo levante cabeza y que la delincuencia nos golpee todos los días.
Primero fuimos testigos de la captura del narcoterrorista “Carlos”, perteneciente a la banda de residuos de Sendero Luminoso que siguen operando en algunos puntos del VRAEM. Se le atribuye el asesinato de siete policías en febrero último y la masacre de hombres, mujeres y niños en mayo de 2021, pocos días antes de la segunda vuelta electoral. ¿Recuerdan que incluso algunos culparon a las fuerzas del orden por estos crímenes?
El viernes último, de otro lado, el país recibió con satisfacción la muerte del feroz ladrón y asesino venezolano conocido como “Maldito Cris” quien en abril último asesinó a un sereno de Santiago de Surco para luego ir a celebrar a una casa de playa en Lurín. Fue abatido luego de enfrentarse a agentes policiales, tres de los cuales resultaron heridos. El hampón tenía cuatro pistolas y dos granadas de guerra. No hubo otra alternativa que eliminarlo.
La sociedad necesita que su policía actúe con la eficiencia mostrada en la última semana. Una situación de violencia callejera tan crítica como la que vivimos, requiere de un trabajo policial muy profesional y oportuno, pero que a su vez vaya acompañado de severidad por parte de jueces y fiscales que hagan bien su trabajo, no como aquellos que tiempo atrás dejaron en libertad a “Maldito Cris”, lo que solo le permitió salir a seguir matando.
Queda apoyar a la Policía Nacional cuando hace bien la labor que le encomienda la Constitución, más allá de los odios, complejos y resentimientos de quienes quieran atar de manos a una institución que en los momentos más críticos de nuestra historia ha salido a poner el pecho. Lo vimos en los años más duros del terrorismo y en la pandemia, en que muchos agentes dieron la vida por el país. Nunca los olvidemos.