César Acuña, el líder de Alianza para el Progreso (APP) y dueño de la Universidad César Vallejo (UCV), no puede venir ahora a ponerse de costado y tratar de sorprender al país en medio del escándalo del evidente plagio de la tesis de maestría del presidente Pedro Castillo, pues fue su casa de estudios la que entregó el grado académico a cambio de una “investigación” que a todas luces no cumplía con las exigencias mínimas.

En este caso, la responsabilidad más grande cae sobre el profesor Castillo, quien no tuvo el menor escrúpulo en armar –o comprar– un mamarracho a fin de presentarlo como un trabajo académico digno de un estudiante de postgrado. Esto habla mucho de la catadura moral y el nivel profesional de quien hoy es la primera autoridad del Perú, gracias al inmenso error que cometieron los ciudadanos al elegirlo a pesar de que ya se conocían muchos de sus antecedentes.

Sin embargo, la universidad también es responsable por haber validado un trabajo que parece obtenido en el jirón Azángaro. Ante la presencia de un plagiador, cualquier casa de estudios que respete debió encender las alarmas. Es por eso que Acuña no puede hacerse el “sueco”. La UCV tiene mucho que explicar a la fiscalía, a los peruanos y especialmente a sus profesores, egresados y alumnos que hoy la deben estar pasando muy mal. ¿Qué dice Beatriz Merino por todo esto?

De otro lado, el señor Acuña ha dicho el lunes último que por el bien del país, el presidente Castillo debería renunciar al cargo. Muchos sin duda están de acuerdo con esto. Sin embargo, llama la atención que el dueño de la UCV afirme esto, cuando hasta hace poco él mismo y los votos de su partido estaban a favor del profesor aliado de los senderistas del Movadef y socio del corrupto Vladimir Cerrón. APP ha contribuido en parte a que el autor de la tesis plagiada siga en el poder.

Acuña debe asumir la responsabilidad que compete a su universidad. Hizo bien en un principio en salir a aclarar que la tesis mostrada por Panorama sí era la del profesor Castillo. Ahora, es de esperarse que colabore con la fiscalía y que la comisión interna que ha nombrado para evaluar el caso arroje conclusiones convincentes y aplique las sanciones del caso, y no nos salga con resultados risibles que no se los creería ni el pobre ministro de Cultura, Alejandro Salas. Queda estar atentos.