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Dentro de la visión hegeliana de la historia, se sostiene que la humanidad avanza por la dialéctica de las contradicciones. En esa línea, Lenin señalaba la necesidad de agudizar las contradicciones para lograr que la “sociedad estalle”, lo cual generaría el cambio del sistema, estrategia que vienen usando los grupos de izquierda como Frente Amplio y Nuevo Perú.

Para la izquierda peruana, el “poder político” principalmente se ejerce en el Congreso, minimizando de esta forma la responsabilidad de quien verdaderamente lo ejerce, que es el Poder Ejecutivo. En esa línea, han etiquetado a Fuerza Popular y al APRA de obstruccionistas y de blindar a determinados personajes, lo cual deviene en una permanente confrontación, que ha traído abajo la imagen de este poder del Estado. El Ejecutivo, afín con la izquierda criolla, ha encontrado su “salvavidas” al percibir que cada arremetida contra el Congreso le genera popularidad y subida en las encuestas. Sin importar la estabilidad del país, prefieren la confrontación entre ambos poderes del Estado. Para la izquierda es importante generar contradicción, en nuestra estructura social y cultural, por ello relativizan instituciones como la familia, la religión, cuestionan el sistema educativo, pero a la vez se infiltran en él, por ello su tenaz lucha por incorporar en el currículo escolar el polémico enfoque de género, y por otro lado la agenda feminista, que plantea opciones como la legalización del aborto. Lo que ha motivado la reacción de millones de peruanos, en movimientos como “Con Mis Hijos no te metas” y la multitudinaria Marcha por la Vida. De la misma forma, usan temas medioambientales para confrontar el agro con la producción minera, empleando etiquetas “agro sí, minería no”, o “agua sí, oro no”, lo cual perjudica a todos, pues la economía de nuestro país crece principalmente por la minería. Otro ejemplo es su presencia activa en redes sociales y sus propios medios de comunicación fábricas de odio, confrontación e intolerancia entre los peruanos.

No importa el daño que se le haga al pueblo. Como pensaba Lenin, “salvo el poder todo es ilusión” 

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