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Europa sigue dando de qué hablar pues ahora le toca a España. Aunque no habrá ningún referéndum separatista, los españoles volverán a las urnas para elegir un nuevo gobierno hasta ahora frustrado. En efecto, no han pasado siquiera seis meses desde las últimas elecciones -20 de diciembre de 2015- de las Cortes Generales que a su vez designe al presidente del gobierno para que enseguida el rey lo invista como tal, y ahora volverá a realizarse el mismo acto electoral debido a la incapacidad política de los cuatro partidos que llegaron al Congreso de los Diputados sin la mayoría necesaria para formar gobierno. Es la primera vez desde que fue restituida la democracia (1977), que la convocatoria ha sido realizada directamente por el rey -Felipe VI lo hizo el 2 de mayo pasado- amparado en el artículo 99.5 de la Constitución española. Atípico por supuesto pues en los doce procesos anteriores ha sido el presidente del gobierno de turno el que convocara a la referida elección de Cortes Generales. Pero más allá de esta descripción, el sufragio de hoy no será como los sondeos de las últimas semanas presagiaron, es decir, otro resultado sin partido con mayoría parlamentaria. Me explico. El reciente catastrófico resultado del referéndum en el Reino Unido de separarse de la Unión Europea, ha promovido pánico colectivo a todo nivel en los países de la Unión, y en España, que no es la excepción, estas orientaciones separatistas han sido achacadas a Pablo Iglesias y a su partido Podemos por su febril insistencia de que Cataluña sea arrancada del país. Pésimo contexto para la izquierda radical que ellos encarnan y podría salir mal parada al final de la jornada electoral. En cambio, la discreta compostura económica de Madrid, podría terminar beneficiando a las opciones de la derecha en la península. 

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