Es imposible entender qué pasa por la cabeza del alcalde Alfredo Zegarra Tejada. No se sabe si las decisiones que toma son producto de la improvisación más absoluta o simplemente del capricho que lo aborda cada vez que tiene que enfrentar un problema. Su falta de autoridad y de manejo administrativo para solucionar los problemas de la ciudad ha quedado en evidencia con el sometimiento a los caprichos del gremio de taxistas que una vez más logró que diera marcha atrás con sus intentos por “ordenar” el transporte público.

Apenas dos semanas atrás, Zegarra declaraba a la prensa que “el alcalde no puede arrodillarse ante los taxistas” y quince días después se arrodillaba sin el menor escrúpulo; porque dejaba sin efecto las medidas para restringir el acceso al Centro Histórico y además, por si eso fuera poco, prorrogaba un año más la circulación de los taxis informales que no se adecúan a la norma vigente del Ministerio de Transportes y Comunicaciones.

Gracias a la genuflexión del burgomaestre, Arequipa tendrá que soportar un año más la informalidad de los taxistas, el ingreso indiscriminado al Centro Histórico, el comportamiento salvaje de la mayoría de conductores de taxi y, lo que es peor, el atropello a las normas que buscan ordenar el sistema.

¿No se da cuenta el alcalde de que lo único que consigue con su conducta errática e insegura es que se instituya la informalidad y se pierda el principio de autoridad? ¿Es consciente el burgomaestre de que con su andar zigzagueante lo único que logra es perjudicar a la ciudad? ¿Intuye Zegarra que sus indecisiones inmaduras provocarán el retraso en el desarrollo de Arequipa? #yopregunto