Acaba de fallecer a los 94 años de edad Richard von Weizacker, el intelectual luterano y forjado humanista y liberal germano, a quien le correspondió llevar adelante la gesta de lograr la unidad política de un país dividido por imperio de la inexorable Guerra Fría surgida luego de la Segunda Guerra Mundial. Así fue. El reparto de Alemania devino del encuentro en Yalta, en Crimea, de los líderes de las potencias vencedoras de la guerra: Churchill, Roosevelt y Stalin. Este último sobre el margen oriental del país. La división política se hizo más impactante cuando la ciudad de Berlín fue amurallada para quedar partida en dos, en 1961. Desde entonces, la vida en Alemania era una permanente frustración. Kennedy hasta allí había llegado para darle aliento a los que se hallaban en la porción occidental que como enclave mantenían quienes preconizaban los valores de la democracia. Las varias décadas del mundo bipolar finalmente acabaron en los años 80 cuando las fuerzas de la globalización impusieron un nuevo orden y allí estuvo presente Von Weizacker, que no dudo en apoyar la perestroika (cambio) y el glasnost (transparencia) impulsados por el último líder soviético Mijail Gorbachov. Fue un estadista alemán ecuánime. Austero en modales, no dudo en argumentar en su célebre discurso del 2 de octubre de 1990 en que Alemania fue reunificada, que el final de la guerra de 1939 no había significado la derrota del país sino su liberación. Remeció los cimientos pétreos de un sistema anquilosado y con su egregia figura, ese día comenzaba una nueva historia para Alemania. La representación democrática de la nación alemana expresada en el Reichstag o Parlamento y con el fondo de la emblemática Puerta de Brandeburgo de Berlín, lo convirtieron en ese instante en el primer presidente de la Alemania reunificada.