GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

La importante ciudad de Alepo ha sido finalmente liberada. Las fuerzas del régimen de Bashar al-Assad, con el apoyo decisivo de los rusos, ha logrado recuperar la ciudad más importante de Siria o, si prefiere, arrinconar al Estado Islámico que la había tomado hace casi dos años. Notable resultado militar que está permitiendo recuperar a uno de los considerados bastiones del terrorismo. El dictador sirio sabe, en el fondo, que nada de ello se hubiera podido lograr sin la acción de Vladimir Putin, quien por supuesto con esta victoria del régimen sirio termina empoderado y sobre todo afianzando a Moscú como aliado estratégico de Damasco en la región. Los rusos se moverán a su antojo en un territorio en el que, contando con una sola base militar, no están dispuestos a cederle ni un solo espacio a EE.UU., que hasta el final se inclinó por los rebeldes. Será interesante conocer, entonces, qué pensará Donald Trump, inminente inquilino de la Casa Blanca, que viendo el retroceso de Washington al liderar una coalición internacional contra el Estado Islámico que ha venido actuando de modo sistemático entre Siria e Iraq desde 2014. Será difícil sostener que a Trump no le importe el poder que está ganando Putin en esa región porque hasta el propio Henry Kissinger, exsecretario de Estado de los EE.UU. y legendario gurú de la diplomacia de ese país, podría desvanecer a estas alturas de su larga vida. Washington y Moscú quieren liderar el Medio Oriente y ello no es un secreto. Las incoherencias de los demócratas con Barack Obama a la cabeza en el asunto del Medio Oriente y la astucia de los rusos con Putin por delante otorga un más ventajoso margen de acción para los rusos. Allí está un primer gran reto para Trump.