Las fiestas navideñas son esa época del año en que la gente espera poder compartir con sus seres queridos. Es un momento de unión, reconciliación y buenos deseos. De eso se trata la Navidad. Y a propósito de los deseos navideños, es menester hablar de los deseos del pueblo peruano.

En estas fechas, algunos recibirán gratificaciones, los trabajadores del Estado un aguinaldo de trescientos soles, otros canastas navideñas y un pavo. Y probablemente a todos les regalen al menos un panetón. Pero eso no es todo lo que esperamos. Los buenos deseos van mucho más allá de eso.

Y es que nuestros anhelos navideños también están enfocados hacia el país. Esperamos que el Perú mantenga su tendencia de crecimiento económico y logre un desarrollo sostenido; queremos ver que el gobierno supere la crisis de la inseguridad ciudadana; aspiramos a disminuir la corrupción, esa terrible aflicción de nuestra nación, y queremos un Congreso digno de representarnos que trabaje para y por la patria.

Deseamos que se rompan las barreras de la desigualdad y la discriminación, y queremos que se materialice la promesa de la inclusión social. Esperamos convertirnos en un pueblo libre de conflictos, y esperamos que el suelo peruano se libere de la explotación de la que es víctima.

Queremos revertir cifras como la de la evaluación PISA, y queremos ser testigos de una reforma del sistema educativo que garantice el futuro de nuestros estudiantes. Anhelamos que el deporte peruano reciba el apoyo y el respaldo económico que merece por parte del gobierno. En resumen, queremos que el Perú siga creciendo y nos llene cada vez más de orgullo. Eso es lo que deseamos esta Navidad.