Hace unas semanas, tras los audios del caso “Swing”, consideré que la gobernabilidad del país debía preservarse y el Congreso, pese a las justificadas razones para hacerlo, no debía vacar del cargo a Vizcarra.

Ahora, tras las dos graves denuncias contra el presidente por los casos Lomas de Ilo y Hospital de Moquegua, creo que la destitución no solo es necesaria, sino imprescindible por varias razones, entre ellas, la dignidad del más alto cargo que ostenta el país.

Los escenarios han cambiado radicalmente y el que gobierna ya no es ese Vizcarra que basaba sus atributos en sus raíces provincianas, su limpieza de espíritu y esa aura de adalid de la lucha contra la corrupción. De ese personaje quedan harapos, despojos y el que jefatura el Estado es alguien que -según los aspirantes a colaboradores eficaces- no otorgaba obras en Moquegua si no recibía la suya y que tenía el desparpajo de valerse del poder para exigir los sobornos atrasados. Sí, el que manda en Palacio es un carnicero de la moral y un francotirador de los principios, y mantenerlo allí es vergonzoso, indigno, oprobioso.

Es que como tener a Caracol de ministro del Interior y luchando contra la inseguridad ciudadana. No, no es posible tolerar a un truhán en el sillón principal de la Casa de Pizarro y tomando decisiones vitales para la República solo por la “institucionalidad del país”.

No es posible que dirija el proceso electoral y que encabece los Consejos de Ministros. Es una ofensa a Grau que lidere las ceremonias oficiales como la del 8 de octubre. Es indigno que lleve la banda presidencial y la entregue a su sucesor como si de un inmaculado demócrata se tratara. No pueden los organismos internacionales y los gobiernos extranjeros tratarlo con la majestad que no merece.

No puede liderar el Consejo de Estado. ¿Se querrán sentar a su lado Ledesma, Shack, Gutiérrez...?  No, la vacancia no es una opción, es el único camino. Habrá que ayudar a Manuel Merino de Lama, sostenerlo por 7 meses: Que se queden Mazzetti y María Antonieta Alva, que designe a un Gabinete de unidad nacional y supervise las elecciones. A peores naufragios hemos sobrevivido.

Lo que no podemos es admitir que en Palacio permanezca Martín Vizcarra y evitar que el fiscal Germán Juárez Atoche encamine su estadía a la Diroes, que es el lugar que le corresponde, con el “alias SPR”.