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La violencia en cualquiera de sus formas es repudiable. Pero aquella que se ejerce contra una minoría, por el simple hecho de serlo, nos muestra cuán ignorantes y cavernarios podemos llegar a ser.

Hace unos días, Omar Mateen decidió entrar a una discoteca frecuentada por la comunidad LGBT y asesinar a quienes allí estaban por ser distintos a él.

La homosexualidad es considerada un delito en 83 países. En la India se pena con hasta 10 años de prisión y en Uganda con cadena perpetua en casos de “homosexualidad agravada”. El Estado Islámico la castiga arrojando al vacío a los homosexuales. Aún hay quienes creen que la homosexualidad es una enfermedad que puede curarse, o un delito que debe castigarse.

En el Perú, a pesar de ser un Estado laico, seguimos dándole un rol preponderante a los fanáticos religiosos. Así, el Congreso ha rechazado por mayoría incluir la orientación sexual como agravante en los crímenes de odio. Lo anterior, fue impulsado por los pastores evangélicos Lay y Rozas, quienes no veían la necesidad, ya que ello “tergiversa nuestro ordenamiento jurídico y afecta nuestra legislación”.

Durante la última campaña electoral, Keiko buscó ganarse los votos de la comunidad evangélica y para ello firmó un acuerdo donde se comprometió a no promover acciones para facilitar los derechos de las parejas del mismo sexo y la adopción. Para el pastor Santana, miembro de esta organización, “no se puede hablar de derechos cuando se está hablando de una aberración sexual”.

Sin importar que la Constitución establece la igualdad ante la ley, los congresistas se resisten a reconocerle derechos civiles y patrimoniales a las parejas LGBT. Según dicen, porque ello afectaría la moral de los peruanos.

Todo ello lleva a la exclusión de ciudadanos LGBT y legitima la violencia contra ellos en la medida en que la sociedad no la sanciona. José Miguel Zalazar (34), travesti peruano, fue masacrado en Argentina; José Luis Castillo (15), asesinado a balazos en Trujillo por ser transgénero; Luis Enrique Ramírez (15) se suicidó por las constantes agresiones que sufría por ser homosexual. En Iquitos, un menor (12) se suicidó después de ser castigado por ser homosexual; Alex Quiroga fue asesinado a golpes en su propia casa. Estos son solo 5 casos de peruanos que mueren por la ignorancia y el machismo.

El Estado tiene la obligación de reconocer que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, reconocerles derechos y protegerlos sin importar su orientación sexual.

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