Amargo triunfo
Amargo triunfo

Lo que ha tenido el domingo la alcaldesa Susana Villarán no sería más que un amargo triunfo, pues si bien ella se salvó y seguirá a cargo de la Municipalidad de Lima, su "estado mayor", ese que tiene como caras visibles a Eduardo Zegarra y Marisa Glave, sería enviado a su casa por un electorado que no ha permitido que en su concejo sobrevivan representantes de grupos extremistas que además se la han pasado defendiendo una gestión deficiente, en lugar de admitir errores más que evidentes.

Según cifras de la Onpe al 29%, contra todo pronóstico los electores limeños se han dado el trabajo de votar de forma selectiva para bajarle el dedo a la mayoría de regidores villaranistas, los más representativos; y a Luis Castañeda Pardo, el hijo del homónimo exalcalde que como bien ha dicho, y es obvio, tendrá que dedicarse a otra cosa. Está claro que estos personajes no habrían sido revocados por casualidad, por defecto o por arrastre. No, los estarían sacando por ser ellos, con nombre y apellido.

Habrían sacado a los de Tierra y Libertad, a los que creen que hacer marchas antimineras con niños de colegio en Cajamarca es algo "lúdico", a los que tienen paralizada esa región y acá dicen que Lima no puede parar, a los de la agrupación que exige a los comerciantes no abrir sus puertas bajo amenaza de ser atacados por la turba antiminera, a los que hacen mítines en la Plaza San Martín y se quedan mudos cuando unos desadaptados pintan la base del monumento a San Martín.

Se irían los que minimizaron La Parada, La Herradura, el desastre de Línea Amarilla, de las "lavanderas" de San Juan de Lurigancho, de los patrulleros "bamba", de playa Venecia; los que salían a decir que el descontento de más de la mitad de limeños era producto del accionar de una tira de mafioso y corruptos. Serían revocados los defensores de lo indefendible, los que forman parte del entorno más íntimo de Villarán y que ahora no estarían para apoyarla en los meses que le quedan.