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Uno de los grandes fracasos del gobierno de Humala ha sido el incremento de la anemia infantil, considerada un problema de salud pública por los efectos que genera a largo plazo. Un niño con anemia no desarrollará capacidades cognitivas y por ello le será difícil aprender a leer y escribir, ni podrá desarrollar aptitudes técnicas, lo que reducirá sus posibilidades de escapar de las trampas de pobreza y ser absorbido por el mercado. La anemia está relacionada con un aumento en la mortalidad y morbilidad debido a enfermedades infecciosas, y con la pérdida de embarazos y partos prematuros.

1 de cada 3 niños peruanos de entre 6 meses y 5 años sufre de anemia. La incidencia es mayor en los niños que viven en la sierra. Según ENDES 2014, tenemos 1’025,524 niños menores de 5 con anemia. Entre los menores de 3 el promedio se elevó de 41.2% en 2011 a 46.8% en 2014; mientras que en menores de 5 el promedio pasó de 30.7% en 2011 a 35.6% en 2014. En las zonas rurales la incidencia de anemia es mayor que en las urbanas: 39.8% y 31.1%, respectivamente, lo que muestra que los programas para reducirla favorecerían a los niños de zonas urbanas. Puno es la región con mayor incidencia: 65% seguido de Loreto y Madre de Dios con 48%. Moquegua tiene la menor incidencia: 21%.

En 2014, 21.6% de las mujeres en edad fértil, 28.9% de embarazadas y 27.9% de madres lactantes tenían anemia. Las madres con anemia afectan la salud de sus futuros hijos, quienes tienen más probabilidades de tener bajo peso al nacer y mayor riesgo de ser prematuros.

El Perú implementó un programa para combatir la anemia entregando chispitas (micronutrientes). De acuerdo con la evaluación del programa, solo 57% de la población objetivo recibió el tratamiento completo. Ello ya sea por desabastecimiento o porque la madre no volvió al centro de salud. Otro problema fue el abandono del tratamiento, esto por el mal sabor, porque la madre temía que se estuviese envenenando al niño o porque olvidaba darlo. La falta de capacitación de las madres es un factor importante. El estudio encontró que solo el consumo adecuado estuvo asociado con una menor prevalencia de anemia.

Una de las causas de la anemia es la deficiencia de hierro. Pero no es la única. Entender el contexto especifico es importante para diseñar políticas públicas adecuadas para acabar con la anemia. Un reto para el nuevo gobierno.

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