Nada dura para siempre, hasta los reinos más grandes caen y los momentos perfectos se terminan. Desde el 2001, la caviarada nacional vivió embriagada de poder. Pasó de pequeños espacios en la academia y en las ONGs, al control total de ministerios, medios de comunicación y hasta directorios de grandes empresas. Sus discursos impregnaron el día a día de todos los peruanos y eran aceptados como verdades irrefutables. Se creían tan poderosos como para poner y sacar presidentes, no solo extorsionando en las segundas vueltas sino también amenazando a los presidentes electos para mantener sus cuotas de poder.

Pero así como el tiempo de los monarcas absolutos se acabó, el periodo caviar llegó a su fin. Toda la caida de este proyecto político empezó con los anémicos resultados de su candidato morado en primera vuelta 2021 y terminó de consolidarse con el inicio del gobierno de su aliado criminal, Pedro Castillo. Sin embargo, el apoyo de los caviares a Castillo antes, durante y después del Golpe de Estado fue el detonante para que el Perú abra los ojos y los rechace. Sus intereses y negociados se hicieron evidentes, nunca trabajaron por el país, sino por sus bolsillos.

Por años se dedicaron a crear una poderosa red de contactos e intereses para beneficiarse del Estado y por eso, mientras su castillo de naipes se derrumba, ellos se muestran nerviosos y preocupados. Su alejamiento del poder real permitirá la fiscalización necesaria de entidades antes controladas por caviares como el MINEDU, MINSA, MIMP, MINCUL y otros. Las consultorías y órdenes de servicios fueron parte del modus operandi, así como el pago de publicidad estatal y gollerías . Es necesario que se investiguen los miles de millones destinados a la argolla caviar que tanto daño le ha hecho a nuestro país, la verdad será el meteorito que extinguirá a esta raza de sanguijuelas de saco y corbata.

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