El terremoto de esta semana en México nos saca de la zona de confort en la que vivimos pensando en que hace años no tenemos un terremoto grande en Lima. Si bien en 2007 tuvimos el de Pisco de 8 grados que azotó gran parte del Sur Chico y dejó 595 muertos, un terremoto en Lima sería otra cosa, sobre todo por la cantidad de personas que viven en situación de riesgo.

México ha sufrido un terremoto de 8.2 grados en Chiapas, Oaxaca y Tabasco, que ha dejado más de 60 muertos, pero pudo ser peor. Lo que ha cambiado es que los mexicanos han experimentado la importancia, por primera vez en un evento de esta magnitud, del sistema de alerta temprana, que les ha dado casi un minuto para salir y salvar vidas.

Esto, que parece menor, ha sido fundamental para reducir la mortandad, y lo que debemos preguntarnos es cuán preparados estamos para un evento similar en el Perú. No es cierto que no se ha hecho nada; al menos en los últimos años hemos tenido simulacros y algunos tenemos las mochilas listas para emergencias. Sin embargo, es factible que un terremoto fuerte sacuda nuestro país, y quizá toque Lima, con sus más de 10 millones de habitantes.

No es broma. Debemos estar preparados. Necesitamos la mochila, saber por dónde salir y tener las llaves de las puertas a la mano; tener un punto de reunión con nuestra familia; algo de comida seca y, cómo no, efectivo, documentos, una radio y una linterna a pilas.

Seamos conscientes, además, de que habrá gente que necesitará mucha más ayuda. Estas personas deberían tener puestos de defensa civil en sus barrios y sus simulacros deberían ser constantes.