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Si uno revisa la oferta televisiva, puede advertir que los espacios dedicados a difundir y promover actividades culturales y artísticas -con algunas excepciones- son pocos si se les compara con los dedicados a fines mercantilistas o políticos.

Los países más prósperos son los que cuentan con altos niveles culturales. Está comprobado que la ignorancia y el poco acceso al arte y a la cultura contribuyen al subdesarrollo, la pobreza, la exclusión y la inequidad.

Por eso, la intervención del Estado en el ámbito cultural tiene sentido no solamente para preservar nuestro patrimonio, que sería destruido si se dejase a la simple lógica mercantil, sino para lograr que más ciudadanos tengan acceso a diferentes expresiones artísticas y culturales.

En ese sentido, las personas más cultivadas de una sociedad y las empresas socialmente responsables tienen el deber de apoyar la cultura, cuya promoción y desarrollo no puede quedar como resultado de la oferta y la demanda de una sociedad caracterizada por la ignorancia.

Los países que más crecen son los que tienen claro que las relaciones culturales son tan importantes como las económicas. Basta con revisar la enorme cantidad de actividades culturales desarrolladas por la Oficina Cultural de la República Popular China en nuestro país en el último quinquenio.

Y es que existe una relación directa entre la cultura y el progreso económico y social. Cuanta más cultura haya para los pueblos, mayor será su desarrollo. Llevar más arte y cultura debería ser uno de los compromisos de las empresas multimedia. Por lo menos de aquellas que aspiran a transformar positivamente el país.