Todo lo tenía preparado. La expresidenta de Argentina, Cristina Fernández, asistió ayer al juzgado para dejar un escrito respecto al sonado caso “Dólar futuro”, por el cual se le imputa administración fraudulenta en operaciones realizadas por el Banco Central de su país. Con el deseo de lograr la recusación del juez, la exmandataria lanzó un sonado discurso en las afueras del juzgado desnudando una reaparición pública perfectamente orquestada. La estrategia de la expresidenta ha sido victimizarse y ello tiene efectos claves para sus objetivos, pues con una exhibición pública notoriamente política ha buscado opacar una actividad esencialmente judicial. Acumula en su técnica de “la pobrecita” haberse comparado con los expresidentes Hipólito Yrigoyen (1930) y Juan Domingo Perón (1945), ambos derrocados por golpes militares durante sus mandatos y confinados presos en la temida isla Martín García con marcados signos de persecución política. Cristina está haciendo lo que Luiz Inácio Lula da Silva. Se apresura al momento judicial politizando la causa. Con esa estrategia busca diluir la andanada de acusaciones que saldrán próximamente. La situación de la expresidenta de Argentina puede ser más compleja de lo que algunos puedan imaginar, dado que afronta otras dos causas sumamente sensibles para la sociedad argentina como son las imputaciones a la señora Fernández por lavado de dinero, así como la soltada idea de que será de todas maneras incluida con carácter relevante en el caso del asesinato del malogrado fiscal Nisman, aparecido muerto en la bañera de su departamento en situaciones muy extrañas. La justicia la espera y ella mostrará sus recursos para afrontarla.