Manuel Burga se quedó demasiado tiempo en la Federación Peruana de Fútbol mientras a este deporte le iba cada vez peor y encendió las iras de muchos.

Nunca he escuchado tantos insultos contra una persona. Cuando le pregunté cómo se quedaba, me dijo que el fútbol era así. Como fuera, a Burga se le ha procesado varias veces civil y penalmente, y siempre se le declaró inocente.

Ahora está preso con fines de extradición por un pedido de una fiscal estadounidense que investiga, al amparo de la ley RICO, sobre organizaciones corruptas y negocios ilícitos, supuestas coimas a la Conmebol pagadas por la empresa DATISA por los derechos de la transmisión de la Copa América de 2016, y que en el Perú habrían llegado a la Federación Peruana de Fútbol, pero que en otros países habrían quedado en las cuentas de los presidentes de las federaciones.

Burga está preso porque cualquier extradición se inicia así. Puede variarse la prisión efectiva por domiciliaria, si no hay peligro de fuga, pues el procedimiento tomará unos meses, los que no tendría que pasar en prisión.

Lo que sorprende en este caso es cómo muchos afirman que Burga es culpable de los malos resultados del fútbol y de recibir coimas. Todo en un mismo saco y con la misma intensidad. Por eso es importante se le juzgue lo antes posible para que el juez de Estados Unidos diga si es inocente o culpable.

Somos muchos los que conocemos a Burga y nos es muy difícil creer que haya recibido coimas. Esperamos un procedimiento sin pasiones, donde él pueda defenderse, y respetaremos los resultados del mismo. Mientras tanto, debemos presumir su inocencia a pesar de los malos resultados del “deporte rey” y, aunque difícil, ojalá, en aras del espíritu navideño, dejemos de hacer leña del árbol caído.