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El atún es la principal especie de desembarque para consumo humano directo a nivel mundial. El Perú tiene una posición privilegiada respecto a esta pesquería, ya que el 70% de sus capturas se da en el océano Pacífico. Pese a ello, ocupamos el puesto 44 en el ranking de países que participan en esta industria, mientras que Ecuador se ubica en el puesto 5, lo cual genera además divisas por $1200 millones.

Así, cabe preguntarse por qué, si Perú y Ecuador comparten las mismas costas, existe una marcada diferencia respecto a su industria atunera. La respuesta es bastante simple. El atún es un recurso altamente migratorio, lo cual implica faenas extensas para su captura, que oscilan entre 23 y 90 días. Ello genera que el combustible sea el principal costo operativo de esta industria, variable que impacta en el desarrollo de las operaciones y la capacidad de captura de la flota nacional en comparación con la de Ecuador, que paga casi 3 veces menos por el combustible.

Si bien nuestra legislación contempla un régimen especial para la explotación de recursos altamente migratorios, como es el atún (Ley N° 28965), este solo es aplicable a barcos de bandera extranjera, pues les elimina el pago del ISC al combustible que compran en Perú. Sin embargo, este beneficio no es extensivo a la flota peruana.

Por otro lado, el Perú tiene una alta demanda por conservas de atún, la cual en su mayoría es importada. Esta situación podría revertirse si hacemos extensivos los beneficios de la ley antes señalada a las empresas peruanas.

Muchos opinan que es momento de diversificar la industria pesquera. Aquí, un claro ejemplo de por dónde empezar.