La SUNEDU cumple diez años de su creación consolidando su importante rol en la reforma universitaria, defendiendo y promoviendo dos principios esenciales de la libertad académica: la autonomía y la calidad. Se trata, en efecto, del anverso y el reverso de una reforma esencial para situarnos en el camino del desarrollo, ya que toda educación superior de calidad, imprescindible para que un país despegue, solo se entiende en un contexto de libertad racional. El propio origen de la Universidad como institución clásica está unido a este clima de libertad y razón.

Por eso, hace bien la SUNEDU cuando defiende la autonomía y promueve la calidad. Las mejores universidades del mundo son las más libres y las universidades donde más se promueve la libertad científica y administrativa suelen liderar en todas partes. Por supuesto, la SUNEDU ni puede ni debe renunciar a su papel supervisor, pero hay una significativa diferencia entre supervisar de la mano con el supervisado y mercantilizar la educación favoreciendo a ciertos actores por encima de otros, por motivos económicos o filiaciones políticas. Además, y esto es importante, el núcleo de la libertad, la esencia de la autonomía es la autoridad. La auctoritas, el saber socialmente reconocido, el prestigio que en este caso es la nota dominante de la autoridad solo se logra aplicando el criterio técnico que es garantía de imparcialidad. El camino para lograr universidades autónomas de calidad, universidades globales de verdad, se comprende si observamos el mundo. Todo es cuestión de tener los ojos en la academia global y los pies bien puestos en nuestra compleja realidad.