La cultura de la cancelación, fenómeno que se ha vuelto frecuente en los últimos años y se ve reforzada por la influencia que tienen las redes sociales, esta vez llegó sin mayor trámite y escalas a dos personajes de la televisión que fueron visibilizados en actos que socialmente son mal vistos, pero que no significan que hayan traspasado el límite de la legalidad. Aldo Miyashiro y Óscar del Portal, dejaron de un momento a otro de ser héroes, para convertirse en villanos, especialmente de los medios de comunicación y especialmente de los usuarios de las redes sociales, escenario en el que supuestamente se fomenta el intercambio de ideas para enriquecer la opinión pública, pero que en esta ocasión se ha convertido en el callejón de las siete púñaladas.Dos personas adultas que rompieron compromisos asumidos ante sus respectivas parejas, deben responder por sus actos a quienes son las afectadas, no a una horda de opinólogos que simplemente han decidido cancelarlos. En este escenario del destierro no hay lugar para la enmienda y el arrepentimiento, lo unico que vale es darles duro hasta dejarlos en la lona, cualquier intento de disculpa será inutil. Tampoco se trata de aplaudir, festejar y menos victimizar a los protagonistas de estos entuertos, sino de darles la oportunidad de la rectificación para que no terminen siendo los eternos villanos del cuento, que hasta sin trabajo se han quedado. Y es que aunque pueda resultar alucinante, la presión que ejercen las redes sociales y las noticias que se generan a partir de las tendencias influyen en las decisiones no solo laborales, sino también personales. Imaginemos que las parejas de Miyashiro y del Portal decidan darles una nueva oportunidad a sus parejas, la coacción de las redes será tanta que hasta podría hacerlas dudar. A la luz de los acontecimientos, recordemos las palabras del semiólogo, filósofo y escritor italiano Umberto Eco, cuando recibió el Príncipe de Asturias en 2016: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas”, dijo.
Ayer héroes, hoy villanos por Johnny Padilla (OPINIÓN)
Columna de opinión