La pachanga realizada en su casa por el ministro del Interior, Luis Barranzuela, pese a las prohibiciones existentes destinadas a evitar contagios de COVID-19, demuestra por qué este sujeto tuvo una precaria carrera policial en la que registró todo un récord de sanciones como pocas veces se ha visto en la historia de la gloriosa Policía Nacional. Pero no solo eso.
También es una muestra del pobre nivel de los más altos funcionarios del gobierno de Pedro Castillo, a pesar que nos encontramos en medio de una gran crisis y se necesita de los mejores cuadros para revertir el drama social, sanitario y económico de millones de peruanos. Lamentablemente, personajes como el fiestero Barranzuela son moneda común en el gabinete y ni qué decir en la bancada oficialista.
Ahora este expolicía sancionado a más no poder y defensor de sembríos ilegales de coca, ha tratado de verle la cara de tontos a los peruanos al afirmar que la fiesta en su casa de Surco no fue tal, sino “una reunión de trabajo” con el congresista Guillermo Bermejo y dos abogados que también trabajan para el corrupto Vladimir Cerrón.
Este es el máximo responsable de la seguridad de todos los peruanos puesto por el presidente Castillo. Este es también el que debe gestionar la captura de “Los dinámicos del centro”. En manos de esta gente está el Perú del bicentenario.