“O sea que todo es culpa del alcaldes, eso manifiestan los ignorantes, qué, ¿el alcalde hizo que venga la lluvia?”,  “La municipalidad está quebrada, no tengo un mango, no jodan”, “El río ya se desbordó y el gobernador regional no nos contesta el teléfono”... Estas han sido algunas frases de autoridades que en la víspera se promocionaron como grandes líderes y excelentes gestores para conseguir votos y a la hora de la verdad solo exponen pretextos para justificar su inacción e incompetencia ante las emergencias de su gente. Están paralizados y en su desesperación solo le echan la culpa al otro.

Se lamentan de la herencia que les dejaron anteriores alcaldes o gobernadores regionales, pero ellos están allí para lidiar con esa encrucijada. Para eso se postularon y prometieron cambiar todo. Sabían lo que iban a heredar y pese a todo hicieron grandes campañas para ganar las elecciones. ¿Por qué se quejan ahora? ¿Por qué echan mano del criterio miope y mezquino de echarle toda la culpa a sus antecesores?

Las respuestas deben aparecer cuanto antes. La coyuntura apremia y más si tenemos la amenaza del “Fenómeno del Niño” para el próximo año. No es posible que después de 6 años de ocurrido “El Niño Costero”, que arrasó con algunas ciudades del país, todavía no se concluyan las obras de drenajes pluviales en el norte del Perú. Los estudios dicen que recién estarán listos en el 2027. No se puede improvisar cuando está en juego el futuro y la vida de millones de peruanos.

Esto también es una lección para los votantes. Todos reclaman buenos planes de gobierno, honestidad y capacidad de gestión, pero en el fondo privilegian la anécdota y la criolllada, que ocultan el mensaje de fondo.

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