Habría sido fantástico aprovechar la ocasión del “bicentenario” para echar a rodar un gran debate nacional sobre la revolución independentista, una época especialmente importante de la historia peruana en la que se fundan los cimientos del Perú moderno. Es decir, del Perú actual. Ese debate nos lo debíamos a nosotros mismos, y debió incluir no solo a historiadores sino al mundo académico en general, así como a la sociedad peruana en toda su extensión. Por desgracia, la fecha nos toma en debates de coyuntura y sumergidos en una chatura intelectual que ya pasó de aburrida e inocua a tóxica y embrutecedora de masas.

Uno de los debates que propondría es comenzar por determinar qué estamos conmemorando. Hay un bicentenario que honrar, pero ese es el de la célebre proclama del general San Martín. No queda claro, sin embargo, que la República Peruana cumpla doscientos años. Cuando San Martín viene al Perú, el poder de la corona española seguía vigente, con virrey y todo. Y a pesar del Protectorado.

En cualquier caso, se podría y se debería debatir cuando empieza la etapa republicana. Me atrevo a pensar en otra fecha: el 12 de noviembre de 1823, día en que se promulgó la primera Constitución peruana. Sustento mi idea en que la Constitución es como la partida de nacimiento oficial de una república, y de otro lado, en el hecho comprobado de que entre 1822 y 1823 se seguía discutiendo si era más conveniente que el Perú fuera una monarquía o una república. De prueba testimonial están los discursos de la Sociedad Patriótica y las Cartas del Solitario de Sayán escritas por Faustino Sánchez Carrión, que configuraron el debate definitivo que dio origen al Perú como república.

Ojalá podamos activar debates sobre temas como éste en el resto de la década. Porque quizá sea más exacto, para el caso de un país tan complejo como el nuestro, hablar de la década del bicentenario y no de una fecha exacta.