El 2015 se pasó como jugando y ya estamos en el 2016. Este año nuestro país tiene que tomar grandes decisiones, como elegir al próximo Presidente de la República y 130 congresistas. El 10 de abril, el pueblo peruano, con su voto universal y secreto, que debería ser voluntario, elegirá entre los cuatro que tienen más opción: Keiko Fujimori, Alan García, Pedro Pablo Kuczynski y César Acuña.

Hay una gran avalancha de candidatos presidenciales, son 19; muchos de ellos no tienen absolutamente nada que hacer y solo postulan para ver su afiche pegado en los postes que diga fulano de tal Presidente, y en el fondo dispersan el voto y hacen necesaria una segunda vuelta.

Yo no creo que quien está primero en las encuestas hoy tiene que pasar necesariamente a la segunda vuelta. En política, un día es un año, y un mes, un siglo, de tal manera que nada está dicho aún.

El Parlamento es otra historia. Es posible que entre cinco u ocho partidos pasen la valla electoral, por lo que tendremos un Congreso fragmentado y obligado a hacer alianzas.

Ollanta se va sin pena ni gloria. No hay una gran obra, no hay un megaproyecto por el cual el pueblo deba recordarlo. Quizá se le recuerde como el presidente que permitió que su esposa gobierne.

El próximo mandatario debe tomar el rumbo del crecimiento e impulsar las grandes obras en concordancia con la población, como los proyectos mineros que ya tienen licencia social, el Gasoducto del Sur, el Tren Eléctrico, la petroquímica en Matarani, Ilo y en la Zona Franca de Tacna, etc.; si lo logra en el quinquenio, el país crecerá en promedio 6%.