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Brasil es el país donde se originó toda la vorágine de la corrupción diseminada en forma incontenible por toda América Latina. El caso Odebrecht se lleva con creces los tristes laureles de ser señalado como el más visible de todos y a la luz de las recientes elecciones, la línea de ese descrédito y frontal rechazo en el tamaño de hartazgo que en este país ha sido atribuido mayoritariamente al Partido de los Trabajadores (PT) y a sus líderes más visibles -los expresidentes Luiz Inácio Lula da Silva (encarcelado) y Dilma Rousseff (destituida de la Presidencia) en conjunto gobernaron el país por cerca de década y media-, se ha visto reflejada en la ancha brecha que separa para la segunda vuelta al candidato de la ultraderecha Jair Bolsonaro, que alcanzó el 46.3% de los votos, sobre Fernando Haddad con 28.8%, hecho candidato por Lula apenas confirmada la imposibilidad de que el expresidente podía postularse al encontrarse en la condición jurídica de condenado. Quizás Bolsonaro no sea el candidato de las formas o el líder circunspecto que la inmensa mayoría de brasileños estaría esperando, pero parece que eso no importa si acaso llega al poder alguien que no esté asociado a la corrupción. Es verdad que el acuchillamiento de Bolsonaro ha jugado a su favor, y de que hallarse en relación de dependencia de Lula, en contra de Haddad. La campaña para esta segunda vuelta polarizará mucho más al país de lo que ya está. Bolsonaro si realmente quiere ganar deberá, entonces, seguir mostrándose como víctima y con su discurso fuerte y frontal por su formación castrense, que es lo que a la gente le ha llamado la atención sin importarle sus defectos, que en otros tiempos y circunstancias podrían ser fatales para el candidato. Haddad, en cambio, deberá hacer malabares para deshacerse de su imagen de secuestrado políticamente por el líder histórico del PT, y seguramente recurrirá a la sensibilidad social que en el pasado jugó a favor del PT, imputándole al exmilitar su desprecio por los derechos humanos y los más pobres, otrora ancha base social que capitalizaron en el pasado. Veremos qué pasa de aquí al domingo 28 de octubre, fijado como día del escrutinio definitivo.