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¿Desde cuándo los programas de televisión se convirtieron en trincheras desde donde se dispara la artillería más pesada? ¿Desde cuándo se reparten insultos de uno y otro calibre para “salvar el honor” de un canal y sus conductores? ¿Desde cuándo se involucran hasta a miembros de la familia para lograr un efecto devastador entre los involucrados? Al parecer desde hace mucho, y no nos hemos dado cuenta, pero esta última semana hemos sido testigos con mayor contundencia cómo dos populares programas de nuestra televisión, cuya misión es divertir con contenido especializado en la farándula local, han terminado convirtiendo a sus conductores en una especie de kamikazes dispuestos a todo, hasta a volar en pedazos ellos mismos, final que no merecen, y menos los televidentes que los siguen diariamente. “Al aire”, vs. “Amor, amor, amor”. ¿Quién empezó la

bronca, quién lanzó el dardo más certero, eso no cuenta ya. Cada uno dirá que solo se defiende porque “el otro” empezó. Lo real es que tenemos a Rodrigo González y Ricardo Rondón transformando los programas que apostaron por la diversión en tribunas para la vendetta. Y los productores detrás impávidos, los conductores delante haciendo lo que no deben, cayendo redonditos todos ante quienes repiten mañana, tarde que “la televisión basura” debe desaparecer dándoles en la yema del gusto. No sería mejor que en lugar de jugar a ser los malos de la película, a sacarse los trapitos, a decir quien hace mejor televisión, de verdad se sienten, piensen y utilicen sus ganas en mejorar lo que tienen. Gran responsabilidad es estar frente a una pantalla, tener voz, la responsabilidad de cambiar el chip de que todo lo que se relaciona a la farándula es fatuo, sin importancia, agresivo, bajo, para reafirmarlo todos los días con el exceso. Ya tenemos bastante con la violencia que vivimos a diario, para que cuando uno prenda la televisión a la hora del almuerzo en lugar de pasarla bien, seamos testigos de una bronca mediática que lo que único que le falta es la chaveta. Nos merecemos una mejor televisión, todos la reclaman, todos la quieren, pero hay que hacerla día a día, hay que construirla, no con reglamentos que te digan qué es lo que hay que ver y qué no. Sí con creatividad, autorregulación, respeto al horario al menor y sin violencia gratuita. No nos quejemos después por los cargamontones. Puede ser muy tarde.

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