La violencia en el fútbol no es de ahora. Lamentablemente se ha hecho casi una costumbre ver enfrentamientos entre malos barristas que toman las calles y las convierten en verdaderos campos de batalla en que exponen a gente inocente a este tipo de situaciones. Hay zonas de Lima por donde simplemente no se puede transitar cada vez que hay un partido en que participa algún equipo con este tipo de “aficionados”.

Lo sucedido el domingo en el cruce de dos transitadas arterias de Jesús María, donde hubo tres muertos a balazos, es grave. Y acá la pregunta imprescindible es: ¿y dónde estuvo la autoridad?, ¿qué fue de la Policía Nacional? Repito, la violencia alrededor del fútbol no es de ahora, pero si se elige cada cinco años a un gobierno, es para que venga con soluciones y haga algo frente a los problemas que gestiones anteriores no supieron afrontar con decisión.

Sin embargo, qué se puede esperar de este gobierno donde el ministro del Interior ha sido colocado en virtud a su utilidad para bloquear el arresto de los prófugos allegados al gobierno del presidente Pedro Castillo, y en funciones tenemos a un grupo de generales de la Policía Nacional que habría pagado una coima por los galones que llevan en los hombros, según investigaciones del Ministerio Público que no son invento de la prensa.

De otro lado, qué seriedad puede tener el sector Interior que tiene a su cargo las prefecturas y subprefecturas tal como son manejadas hoy, que han sido copadas por “amigos” y “aliados” del gobierno que fungen de operadores y movilizadores de gente a favor del régimen inepto y corrupto que padecemos, todo esto con recursos públicos que bien podrían usarse para la lucha contra la inseguridad en las calles que nos golpea a todos.

Poco o nada se puede esperar de este gobierno, ni siquiera en materia de seguridad ciudadana, que debería ser la prioridad. Castillo y su gobierno están en otra. Su preocupación máxima no es impedir que se agarren a balazos en la calle delante de vecinos y transeúntes inocentes, o que maten, roben o extorsionen, sino el sobrevivir en medio de un lodazal de corrupción, al amparo de un ministro “diligente” y una PNP avasallada.