El presidente Pedro Castillo debería hacerse un favor a sí mismo y al país, y proceder de una buena vez a refrescar su gabinete ministerial que tiene varios elementos que hace tiempo deberían estar en su casa, empezando por la premier Mirtha Vásquez, quien de por sí está descalificada por salir en defensa de sus ministros más cuestionados, ante la actitud del Congreso de hacer su función y ejercer control político al Poder Ejecutivo por medio de interpelaciones y eventuales censuras.
Aparte de Vásquez, el presidente Castillo debería licenciar a personajes como el ministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva, el hombre de las combis piratas y los funcionarios envarados y buenos para nada. Hace tiempo debió salir. Lo mismo sucede con el titular de Ambiente, Rubén Ramírez, famoso por haber convertido su sector en la agencia de empleos de todos los “amigos” de Perú Libre, como si el Estado fuera la chacra de Vladimir Cerrón.
Otro que debería irse es el ministro de Economía y Finanzas, Pedro Francke, el que odia que la gente pueda comprarse autos de lujo (que pagan bastantes impuestos) con el dinero que gana con su trabajo. Eso de tratar de sorprender a los ciudadanos con su cuento de las cifras macroeconómicas dignas de país del primer mundo, debería pasarle la factura, aunque habría quién ponen en su relevo. No se les vaya ocurrir uno peor como Juan Pari, hoy miembro del directorio de Petroperú.
Los que también deberían ser cambiados son el ministro del Interior, Avelino Guillén, el que no logra poner orden y reafirmar su autoridad frente al comandante general de la Policía Nacional, Javier Gallardo, quien tendría el respaldo directo del mandatario; y su colega de Energía y Minas, Eduardo González Toro, el responsable político de que el presidente Castillo, haya puesto a Daniel Salaverry como titular de Perupetro, pese a su nula experiencia el materia de hidrocarburos.
Es urgente las salida de estos ministros que son un verdadero lastre para el país. En verdad hay otros personajes cuestionados. Casi ninguno se salva en este gobierno mediocre, pero con el cambio de los seis mencionados se reduciría en algo el ruido político y se haría un intento por mostrar a los ciudadanos que hay al menos una ínfima vocación por mejorar. Claro, siempre y cuando el mandatario, fiel a sus costumbres, no nos ponga a gente aún peor.