El terrorista Peter Cárdenas fue liberado luego de 25 años de prisión y nos preguntamos qué hacer ahora que empiezan a vencerse las condenas de los terroristas más peligrosos, como Polay o Rincón, que saldrán luego de 30 años de prisión.

El Perú tiene como principio un régimen penitenciario cuyo objeto es la reeducación, rehabilitación y reincorporación del interno a la sociedad. Así lo señala nuestra Constitución, y si una persona condenada cumple su sentencia, no tiene restricción alguna.

En el caso de Cárdenas, este fue condenado a cadena perpetua por jueces sin rostro y luego el Poder Judicial redujo esa pena a 25 años. ¿Estuvo mal la reducción? Quizá, pero ese fue un problema del Estado y Cárdenas cumplió su condena y hoy es solidariamente responsable por una reparación civil de S/.50 millones de la que ha pagado aproximadamente S/.600, pero no hay prisión por deudas.

¿Nos gusta tener a Cárdenas en la calle? Probablemente no. ¿Hubiéramos preferido cadena perpetua? Quizá. ¿Se ha resocializado? No sabemos. ¿Le ha servido la cárcel? Ni idea. Nuestro sistema penal puede ser inservible en este u otros casos, pero no lo sabremos porque no hay una evaluación del mismo.

Algunos sugieren seguirlo a ver qué hace; chequear dónde vive y en qué trabaja; con quién sale y de quién es amigo. Porque pensamos que volverá a delinquir y queremos protegernos como sociedad. Pero Cárdenas está libre y tiene los mismos derechos que todos.

Si esto no nos gusta, cambiemos la Constitución y las leyes para aplicarlas a terroristas a futuro, pues lo hecho hasta ahora, hecho está.