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Ni en las telenovelas turcas tan de moda se han visto semejantes entuertos. Dos exmodelos de televisión, Jazmín Pinedo y Alejandra Baigorria, hoy conductoras, frente a frente, “víctima” versus “villana”, enfrentadas en vivo y de qué manera. En medio de una fuerte campaña en contra de la violencia a la mujer, una arrinconando a la otra, ambas protagonistas de un desagradable episodio que podría haberse arreglado en privado. Pero no, aquí había que hacerlo en vivo, pendiente del minuto a minuto para asegurar la audiencia, para servirnos todos, y eso también hay que decirlo. Esas son las mañanas televisivas que tenemos y en las que hasta los whatsapp, mensajes de voz y conversaciones telefónicas sirven para el show, sin importar las consecuencias. Que en el ambiente de la televisión uno hable del otro no es novedad; también sucede en la política y hasta en el periodismo, no hay que hacernos los tontos. Pero sacar una conversación privada para encarar a la autora por unos mensajes y hacerle cargamontón durante media hora, y mucho más cuando ella se encuentra enfrentada con su expareja por agresión psicológica, fue un desatino. Porque, señores, si no se han dado cuenta, Alejandra Baigorria, una de las protagonistas de esta historia, no es una joven emocionalmente estable, no lo es para haber soportado una relación que fue dañina y negarlo con una sonrisa durante meses. Verla al borde las lágrimas, tratando de negar lo evidente, nerviosa, abrumada, sintiéndose atacada, no fue una sana decisión de los productores de Espectáculos. Claro, algunos dirán que “se lo merece”, que “tomó de su propia medicina”, que ella recibió lo mismo que hizo con su ex Guty Carrera, pero esos argumentos son simples; nada justifica una agresión con otra. ¿Qué hubiera pasado si Alejandra, abatida por haber sido descubierta en vivo, cometía algún desatino? Pues al día siguiente todos estaríamos lamentando los excesos, saldrían muchos a analizar la situación y hacer mea culpa. Pero todo estaría consumado, no habría vuelta atrás. Ya es hora de hacer lo que se pregona en televisión: si se desea ser un canal líder en la defensa de la mujer, hay que marcar la pauta con el ejemplo. A pesar de marchas, campañas y buenos deseos, vemos todos los días que siguen apareciendo mujeres muertas, violadas y golpeadas. Y si en un programa nos regodeamos de cómo se agrede a una mujer, estaremos justificando todo lo demás. Estamos a tiempo.

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