César Acuña, el empresario educativo y político en ciernes, no se hizo un personaje por denunciar a los periodistas, sino, más bien, gracias a estos mismos que le dieron tribuna. Por eso, me llama la atención que haya querellado a Christopher Acosta, a no ser que su libro “Plata como cancha” haya tenido más verdades que vacilaciones. Y la verdad duele y, muchas veces, hace infelices a quienes se ven descubiertos: los políticos.

Y hablo con conocimiento de causa, trabajé en Trujillo, de donde nace la fortuna del fundador de la UCV y su interés por adquirir poder político mediante APP. Además, presenté el libro de Acosta en dicha ciudad, por lo que luego de leerlo, más bien, esperé una intervención del Ministerio Público por algunos indicios razonables para abrir una investigación preliminar; pero, claro, esperar justicia en el Perú se come con canchita.

¿Qué busca el señor Acuña como para pedir una reparación civil de S/100 millones a Acosta? La plata no está ausente en sus cuentas, por lo que dinero no debe ser. Más bien, como todos los periodistas sabemos -más aun quienes alguna vez hemos enfrentado a la justicia por querellas de políticos-, el fondo del asunto es que no se continúe investigando y lanzar la poderosa advertencia a quienes se atreven a hacerlo: ¡te denuncio!

Sabemos que el Poder Judicial cuenta con algunos malos jueces, quienes se dejan amedrentar por el poder del dinero o seducir por este para engordar sus cuentas. Pero, también existen otros magistrados que reconocen que el supuesto daño moral -el que aduce Acuña- no tiene precio y que, más aun, el interés público es un derecho constitucional que sobrepasa a lo privado. ¿O este no es el caso? Esperemos el resultado de hoy.

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