Estos días hemos visto a la hija (cuñada) de Pedro Castillo entregarse a la Fiscalía luego de permanecer prófuga y de que su padre adoptivo obstruyera a la justicia cuando se ordenó su detención preliminar. El encarcelamiento de Yenifer Paredes, hermana de la primera dama, Lilia Paredes, es solo una muestra más de la podredumbre dentro de Palacio de Gobierno.

Castillo ha degradado la institución de la Presidencia de la República en tan solo un año, con su exsecretario Bruno Pacheco y los 20 mil dólares de coimas escondidos en el baño de Palacio, on sus sobrinísimos fugados y protegidos por el Ministerio del Interior y con su exministro Juan Silva a punto de entregarse a la justicia y delatar al jefe mayor de la mafia. Por eso a Pedro Castillo, luego de que sea expectorado del Gobierno, tendremos que pedirle que se entregue, porque lo más seguro es que pasará a la clandestinidad o buscará asilarse en alguna embajada junto a su familia.

Castillo ya no es un presidente al que se le deba pedir su renuncia. Es un vil delincuente que lo que debería hacer es entregarse a la justicia, tal como lo ha hecho su hija. Pero sabemos que ambas cosas nunca sucederán. Por eso, es clave exigir la celeridad en el Congreso para las denuncias constitucionales e inhabilitación. Castillo y Dina Boluarte deben irse antes de fin de año. No podemos permitirles ganar tiempo y que sigan aferrándose al poder con todas las garras de la corrupción.

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