Dina Boluarte no es, ni por asomo, santo de mi devoción. La vicepresidenta ha mostrado una conducta de sospechosa complicidad con este Gobierno corrupto y se apoderó del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social para ser parte de la cuota de poder que de forma canibalesca distribuyó Pedro Castillo. Hay más de una perla por la que debe responder. En una de ellas, el último lunes, la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales aprobó el informe sesgado de Edgard Reymundo

que impidió que la acusación constitucional de la vicepresidenta avanzara al pleno para lograr su destitución. Era más que evidente que hizo gestiones para el Club Apurímac y que ello estaba prohibido en la Carta Magna, pero este es el país de las maravillas y el objetivo de salvar a Boluarte del cadalso se cumplió como estaba planificado. Así llegamos a un día crucial como hoy, que puede tener el desenlace histórico e impostergable de la destitución de Pedro Castillo. Siempre hubo razones legítimas y probadas para la vacancia, pero las recientes denuncias del exjefe de la DINI José Fernández Latorre y de la empresaria Sada Goray añaden más leña a un Poder Ejecutivo chamuscado de denuncias y crepitando en el fuego de la corrupción. Pedro Castillo no se puede salvar ya, su magistratura ofende la moral pública y cada congresista que vote a su favor se convertirá en el cómplice de este gánster de la política. Hoy veremos quién acabará en el colector de la historia política del país. Entonces, tras ese logro, le quedará al país respetar la salida que la Constitución otorga: que asuma la vicepresidenta Boluarte. En ese escenario, ella haría bien en convocar a un Gabinete de transición para un adelanto general de elecciones. Es decir, acordar con las fuerzas políticas una salida integral a una crisis que se prolongará si Boluarte persiste en ejercer un poder mancillado desde su génesis. Es hoy. O nos espera un día de redención ante la podredumbre o nos hundimos en ella. A ver si por un día, señores de Perú Libre, Perú Bicentenario, Bloque Magisterial, Cambio Democrático y Perú Democrático pensamos en el país.